19.4.07
El Sacerdocio de los Padres
EL SACERDOCIO DE LOS PADRES
(Autor desconocido)
Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes... Deuteronomio 11:19
Dios siempre ha tenido un especial cuidado para la familia. Tenía un plan para Adán y Eva al colocarlos en el huerto. Salvó una familia de los juicios de la tierra (Gn. 8:16). Prometió a Abraham que en su simiente serían benditas todas las familias (Gn. 12:3). Cuando el pueblo de Israel estaba en Egipto salvó a los primogénitos de cada familia (Ex. 12:13). Cuando el pueblo poseyó Canaán mandó que se acercaran y regocijaran por familias (Deu. 12:7). Dios mismo cuidó a personas con el propósito de preservar toda la línea genealógica para que naciera Jesús. Y de entre todas las familias de la tierra escogió la familia de Belén para que allí naciera el Señor de Israel (Mi. 5:2).
En el Antiguo Testamento y en la cultura Hebrea, los padres actuaban como sacerdotes representando a su familia delante de Dios. Antes que Dios escogiera una tribu para servir en el sacerdocio, delegó en los padres esta responsabilidad. El pasaje que utilizamos inicialmente, nos habla de tan solo uno de los deberes de los sacerdotes que han atesorado la Palabra: enseñar a sus hijos mientras estén en la casa, vayan por el camino y al descansar. La familia es la Iglesia pequeña y Dios ha delegado autoridad en los padres para que cumplan con su función.
I. DIOS INSTITUYE EL SACERDOCIO DE LOS PADRES:
La familia como primera entidad constituida por Dios, establece la base para la formación de nuestra vida. Dios formó a Adán y Eva y los unió en matrimonio. Ellos fueron visitados por Dios Padre, con quien mantenían una comunión especial. Estos a su vez, trasladaron a sus hijos la necesidad de mantener una relación con su creador. Es de esta manera que sabían como adorar a Dios (Gn.4:3.4).
Los padres son constituidos como autoridad en el hogar (Ro. 13:1). Ellos son los responsables no solo por suplir lo material sino, para el alma y el espíritu de quienes conforman dicho hogar (1 Ti. 5:8). En ese sentido, son ellos quienes con su ejemplo deben guiar a sus hijos en lo secular y espiritual. Llama la atención la importancia y respeto que los israelitas tienen respecto a sus padres. Cuando el criado de Abraham busca esposa para su hijo Isaac, busca de entre la misma parentela, Rebeca consulta a sus padres, respecto a la decisión que tomaría y sale con la bendición de ambos (Gn. 24:28,50,60). El mismo Jesús con su ejemplo nos enseña la sujeción que como hijos debemos a nuestros padres (Lc. 2:51).
Cuando el Señor liberó al gadareno este insistía en seguirle, Jesús le dio instrucciones para que fuera a los suyos (familia) y contara cuán grandes cosas hizo el Señor en su vida (Mr. 5:19). De la misma manera el Señor, demanda que compartamos a los nuestros las cosas que el Señor está haciendo en nuestras vidas, así como, mostrarnos como ejemplo de lo que el Evangelio hace en cada uno de nosotros (1 P. 3:1-7).
El Nuevo Testamento que constituye la realidad de la sombra del Antiguo, manifiesta la responsabilidad de los padres. No se trata únicamente de haber traído hijos a este mundo, sino engendrarlos espiritualmente (1 Ti. 2:15). La Palabra manda criarlos en disciplina y amonestación (Ef. 6:4). Quizás una de las tareas más hermosas sea el inducirlos para que ellos en lo personal conozcan a Jesús como su salvador de manera que tengan temor y no se aparten del camino aún cuando lleguen a la edad adulta (Pr. 22:6).
II. RESPONSABILIDADES DE LOS PADRES:
Al igual que los sacerdotes tenían deberes respecto a su función, el Señor ha establecido responsabilidades en la Palabra para que las pongamos en práctica. Así mismo, la misma Escritura nos muestra ejemplos positivos y negativos para que aprendamos a conducir a nuestros hijos en el Camino.
a. Enseñar:
Muchos padres se ocupan de que sus hijos reciban la mejor enseñanza secular. La Palabra responsabiliza a los padres de familia para enseñar a los hijos respecto al reino, su relación con Dios y los aspectos prácticos de la vida. Es por ello que debemos poner especial atención al ejemplo, pues éste debe corresponder con lo que les decimos. Recordemos que los primeros años en la vida de un hijo son básicos para su formación. Es por ello que debemos aprovechar para enseñarles. Los sacerdotes eran los responsables de enseñar la ley al pueblo. Nosotros como sacerdotes no enseñaremos ley, por el contrario, trasladaremos con amor las enseñanzas de la Palabra. Enseñemos a nuestros hijos que la Palabra y el Espíritu serán quienes nos dicen como vivir en medio de este mundo (2Ti. 3:14,15).
b. Cubrir:
El apóstol Pablo hablando de un matrimonio mixto, indica que el creyente de ese hogar santifica a sus hijos (1 Co. 7:13,14). Si uno de los padres es nacido de nuevo, éste trae bendición a los suyos, ¿se imagina cuánto más si ambos lo son? Esto hará que sobre el hogar haya un vallado. Los padres como autoridad son el medio que Dios ha delegado para cubrir y bendecir a quienes componen dicho hogar. Cristo cubre al varón, el varón a su esposa y ambos a sus hijos (1 Co. 11:3). Quizás muchos no den importancia a este aspecto, pero si lográramos visualizar el mundo espiritual en medio del cual vivimos, comprenderíamos la importancia de estar cubiertos y de cubrir. En estos tiempos finales existe una asechanza sobre la familia. El enemigo aprovechándose de puertas que abrimos, desea dividir, sembrar rencor, resentimiento, etc.
c. Ministrar:
El sumo sacerdote se ocupaba de los sacerdotes, que no tuviesen impedimento, enfermedad, pecado, etc. que pudiera impedirle ministrar en el tabernáculo. Como padres somos los primeros en ministrar o atender el trino ser de los integrantes de nuestra familia. Lamentablemente nos ocupamos mayormente del cuerpo y no así del alma o del espíritu.
Muchas veces el enemigo nos utiliza para dañar el alma de los nuestros. Esto puede darse desde el momento de que se está en el vientre o durante las diferentes etapas de desarrollo, principalmente en la niñez. Es en el hogar y durante los primeros años que se forma el carácter. En buena medida, de nosotros depende como serán nuestros hijos si tengan baja su autoestima, sean introvertidos o todo lo contrario.
Como sacerdotes debemos escuchar, aconsejar y orar por los nuestros. En ocasiones ellos atraviesan situaciones difíciles en el medio en donde se desenvuelven y necesitan que les dediquemos tiempo (Pr. 27:23). Es importancia que inspiremos confianza para que ellos puedan acercarse, sabiendo que nosotros presentaremos su caso delante de Dios.
d. Interceder:
Todo sacerdote estaba obligado como siervo a pedir a favor del pueblo. Los padres como sacerdotes debemos presentarnos delante del trono de gracia para pedir en todo tiempo, en favor de los nuestros. Anhelemos frecuentar el altar para pedir por las ovejas que Dios nos ha delegado (Cnt. 1:6). Muchas veces oramos e intercedemos con facilidad por otros, pero nos cuesta hacerlo por los de casa, pidamos primeramente por los cercanos (Mt. 15:24). Si los nuestros ven resultados como producto de la oración que hicimos, ellos anhelaran tener sus propias experiencias. Jesús oro al Padre pidiendo por los discípulos para que fuesen guardados mientras estuviese ausente (Jn.17).
Pidamos que el Señor guarde a nuestra esposa e hijos y en ocasiones hagámoslo juntos para que ellos conozcan al único y verdadero Dios que responde, sana, provee, auxilia, etc.
Cuando hablamos de disciplinar a nuestros hijos no nos referimos exclusivamente a que se tenga que dar un castigo. Los padres de familia son los llamados a corregir a sus hijos. Uno de los ingredientes de la disciplina es la corrección pero recordemos que el propósito de la disciplina es producir fruto apacible de justicia (He. 12: 9-11). No provoquemos a ira a nuestros hijos, muchas veces nos desmedimos en la corrección y les afectamos. La corrección debe hacerse con mucha sabiduría y amor según sea su edad. La Palabra nos dice que desde temprano debemos corregir (Pr. 13:24). Hay quienes rehúsan corregir a los suyos y esto trae dificultades, por el contrario si lo hacemos producirá descanso (Pr. 29:17).
f. Bendecir:
Que hermoso es ver a un padre de familia poniendo manos sobre sus hijos para desearles toda clase de bien. Muchas veces no comprendemos el efecto que produce en el corazón de nuestros hijos cuando les decimos lo que ellos son para nosotros. Muchos por el contrario, desde muy pequeños han escuchado maldiciones y éstas han hecho su efecto al punto de inutilizarlos y desvalorarse. Los patriarcas bendecían a sus hijos, los reyes bendecían a sus súbditos, Jesús bendijo a sus discípulos. ¿Por qué no bendecir a los nuestros aún cuando ya los hijos tengan formado su propio hogar?
III. RESULTADOS DEL SACERDOCIO DE LOS PADRES:
En el hogar de Isaac y Rebeca había preferencia respecto a su hijo. Esto lo vemos cuando Isaac pronunció la bendición de la primogenitura. Resulta que Rebeca se inclinaba por Jacob quien era varón que habitaba en tiendas, mientras que Esaú era cazador. En una ocasión al volver Esaú del campo tenía hambre y Jacob ofrece un guiso a su hermano a cambio de la primogenitura de Esaú. Cuando Isaac estaba entrado en años, pidió a su hijo mayor Esaú que cazara algo y preparara un guiso para posteriormente bendecirlo. Al enterarse Rebeca, habló a Jacob para que se hiciera pasar por su hermano y ella participó de este engaño haciendo la vianda para Isaac. Fue de esta manera como Jacob obtuvo la bendición de la primogenitura pero aprendemos de esto cómo se puede causar daño a los hijos cuando hay preferencia sobre alguno, por sus características o cualidades. Como padres debemos amarlos y tratarlos a todos por igual, aprender de nuestro Dios, el cual no hace acepción de personas. Otra lección es que ambos cónyuges se merecen respeto y no debe haber doblez en alguno sino: comunicación, acuerdos para corregir, dedicación para los hijos, etc. (Gn. 25:29-34, 27:6-10).
El caso del sacerdote Elí es otro ejemplo de los resultados del mal sacerdocio de los padres. Estos muchachos eran impíos y probablemente Elí no les amonestaba al punto que la Palabra dice que ellos no tenían conocimiento de Jehová y por su mal ejemplo los jóvenes de esa época menospreciaban las ofrendas de Jehová (1 S. 2:12-18). En este caso notamos la falta de corrección por parte del padre.
Todo lo contrario pasó en los casos de Timoteo quien por la perseverancia de su abuela e instrucción de su madre era un joven ejemplo en Listra (Hch. 16:1,2; 2 Ti. 1:5). La relación de los esposos Aquila y Priscila quienes en pareja servían al señor, fueron los instrumentos para enseñar a Apolos (Hch. 18:18). Finalmente vemos el sacerdocio de José y María quienes a pesar de sus propios planes aceptaron el propósito de Dios para sus vidas. Jesús como hijo adoptivo se sujeto a ellos hasta que llamado al ministerio hizo la obra que le fue encomendada por su verdadero Padre hasta llegar a la cruz.
Fraternalmente en Cristo,
Pr. Julio César Suárez D.
IGLESIA "MONTE CALVARIO"
LAS ASAMBLEAS DE DIOS DE BOLIVIA
VIDA PARA LA FAMILIA
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